La Federación Mundial de Científicos (The World Federation of Scientists) galardonó este sábado a cuatro eminentes figuras de las ciencias que se han distinguido por promover la ciencia al servicio de la paz. La ceremonia tuvo lugar en la sede de la Pontificia Academia de las Ciencias, ubicada en los Jardines vaticanos.
El premio busca promover el espíritu del Manifiesto de Erice, firmado en 1982 en el centro de Cultura Científica Ettore Majorana, por decenas de miles de científicos de todos el mundo, entre los cuales 130 premios Nobel, con el fin de reafirmar el desafío de trabajar por una ciencia sin fronteras, ni barreras políticas o raciales.
La apertura de la ceremonia estuvo a cargo del obispo Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de las academias pontificias de Ciencias y de Ciencias Sociales y fue presidida por Antonio Zichichi, presidente de la Federación Mundial de Científicos.
Entre quienes recibieron el premio, se encuentra Werner Arber, premio Nobel para la Medicina en 1978 por el descubrimiento de las encimas de restricción del ADN, que marcó el inicio de la ingeniería genética, y actualmente presidente de Pontifica Academia para las Ciencias.
También recibieron el premio Ciencia por la Paz, a Yuan Tseh Lee, premio Nobel para la Química en 1986 por su contribución a la comprensión de los procesos químicos elementales; a Gerard 't Hooft, premio Nobel para la Física en 1999 por sus estudios sobre la estructura cuántica de la interacción electropasiva, profesor de física teórica en la Universidad de Utrecht; y a Samuel Ting, premio Nobel para la Física en1976 por sus investigaciones sobre las partículas elementales, profesor en la Universidad de Boston y responsable de experimentos en la Estación Espacial Internacional.
Tras la entrega de los premios tuvo lugar un Simposio sobre la importancia de la ciencia en la cultura del tercer milenio, en el que se puso de relieve, que después de veinte años de la caída del Muro de Berlín, el mundo parece no haber aprendido la lección de la historia y la carrera armamentista continúa como si el muro no hubiese caído.
Sobre este argumento, el presidente de la Federación Mundial de Científicos, sostuvo que "el enemigo número uno de la paz en el mundo es el secreto técnico-científico: mientras existan laboratorios secretos, la carrera armamentista será inevitable".
El profesor Zichichi recordó que los entonces mandatarios Ronald Reagan de Estados Unidos y Mijaíl Gorvachov de la Unión Soviética, en su primer encuentro en Ginebra, habían propuesto la apertura de todos los laboratorios, aceptando la invitación de los científicos, que reunidos en Erice, habían firmado el manifiesto por la paz. Pero lamentablemente, después de tres decenios el secreto científico sigue amenazante tal como lo era en los tiempos de la Guerra Fría, constató el científico.
Hoy por hoy, explicó el presidente de la Federación, como informa Radio Vaticano, los enemigos más aguerridos de la ciencia, de la paz y de la humanidad son las ideologías nefastas que incitan el odio la prepotencia y que producen las 63 emergencias planetarias, entre ellas la cultural, que alimenta el terrorismo.
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