Es interesante tomar conciencia de la relevancia del "acompañamiento", de cuando somos acompañantes de otros y de cuando nos están acompañando. Jean Vanier, una vez más, ilumina con pequeñas gotas de sabiduría:
"En la actualidad no tengo responsabilidades propiamente dichas en mi comunidad. No obstante, acompaño mucho tanto a antiguos asistentes como a nuevos. No soy ni psicólogo ni sacerdote, pero tengo una cierta experiencia de la vida y de las personas. Poseo un cierto conocimiento de lo humano y de los caminos de la vida espiritual. Mi papel de acompañante consiste en escuchar a esos asistentes, cerca de una hora el mes a cada uno, para buscar con ellos la causa de sus dificultades humanas y comunitarias, para comprender su significado.
Se trata de unirse a ellos allí donde están y no de juzgarles a partir de un ideal o de lo que yo pienso que deberían hacer. Se trata de ayudarlos a vivir una coherencia entre lo que dicen y lo que viven, de estar en la realidad de su humanidad, de captar de y de aceptar sus heridas y, sobre todo, de crecer en su humanidad, en su vida espiritual y en su capacidad de caminar hacia una mayor madurez, buscando el alimento espiritual e intelectual, el sustento y el descanso que necesitan. Jean Vanier , Cada persona es una historia sagrada, P 153"
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